jueves, 25 de mayo de 2017

Ensayo sobre Medea.

La tragedia griega Medea pone en escena la historia de una mujer, extranjera y hechicera, que, al ser abandonada por su marido, desata el caos y cobra venganza, lo que trae consigo la caída de su máscara de "mujer y madre tradicional".
Medea llega a Grecia junto a Jasón, su esposo, luego de dejar atrás a su familia y ejecutar a su hermano. Después de tener hijos, él la abandona para convertirse en príncipe de Corinto. Medea, devastada, pasa sus días lamentándose y rogando por la muerte:
"¡Ay, ay! ¡Que el fuego del cielo me consuma! ¿Qué gano yo con vivir? ¡Ay, ay! ¡Que la muerte me arrebate esta triste vida!"
Pese a dedicar tantas horas de llanto al padre de sus hijos, no espera mucho para comenzar a culparlo por su penas y desgracias, incitando a que el coro se sienta identificado con ella:
"Mujeres corintias, he salido de mi palacio para que no me censuréis. (...) De todos los seres que sienten y conocen las mujeres somos los más desdichados, porque necesitamos comprar un esposo (...) y darle el señorío de nuestro cuerpo. (...) Y el combate supremo consiste en haberlo conseguido. No reporta a las mujeres buena fama el divorcio, ni es posible repudiar al marido".
En su primer diálogo con Creonte, quien quiere desterrarla, logra persuadirlo para quedarse en sus tierras un día más, utilizando su máscara de madre preocupada. Como no puede convencerlo apelando a su amor por la patria, lo hace con el afecto por su hija.
Más tarde, en el primero con Jasón, Medea no se jacta de recordarle sus errores, de insultarlo y de amenazarlo, quitándose su disfraz de víctima.
"¡Oh, pésimo entre todos, que es el mayor insulto con que pueda mi lengua tu maldad fustigar! ¿Has venido a nosotros tú, el más que nadie odiado? No es eso atrevimiento ni tampoco valor, mirar de frente a aquellos a quienes se ha hecho mal, sino la mayor plaga que se da entre los hombres, el impudor."
Posteriormente, deja de jugar el papel de desamparada por completo para llevar a cabo su plan: sus hijos irán al palacio de Creonte y le regalarán una corona a Glauce que la matará, así como también a quien la toque. Luego, para el sufrimiento de Jasón, asesinará a sus hijos. En ese mismo instante, pierde el apoyo del coro, revelando que nunca nadie aceptó a la verdadera Medea.
Por último, podemos concluir que Medea es aceptada las pocas veces en las que se muestra como la sociedad griega quiera que sea y cuando oculta sus dotes de hechicera. Usa su máscara por conveniencia, para conseguir los objetivos que se propone, mediante la persuasión y la victimización. Pese a transgredir el modelo ideal de mujer griega y cometer atrocidades, ella permanece en la historia como heroína hasta nuestros días.
 

2 comentarios:

  1. Aunque no se observan muchos cambios con respecto al borrador, está un poquito mejor...

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